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Voz de la Sociedad

Datos e historias por contar


29 /12 / 2024


Por ZAIRA ROSAS


Hace más de 10 años en una entrevista a un célebre profesor, surgió el título de un libro: “El alquimista de la Rambla Wilson”, escrito por Mercedes Vigil, la obra retrata de manera histórica a un personaje de Uruguay que tuvo múltiples vínculos religiosos y políticos y sitúan al país en una época de crecimiento y prestigio, desde entonces he buscado esa obra sin resultado alguno, primeramente guiada por la curiosidad que se despertó después de esa entrevista y segundo porque me parece irreal que en medio de un mundo tan conectado sea tan difícil adquirir un título como este.


Años atrás escribí incluso a la editorial que tiene una filial en México y por el tiempo de edición era imposible para ellos que lo habían editado hacerme llegar una copia, tuve la posibilidad de adquirirlo por 10 veces más de su valor inicial a través de amazon, sin embargo, lo exagerado del precio me detuvo, hasta olvidar por completo el por qué de mi necesidad con esa historia.


Hoy, al volver de un viaje por Colombia, descubro al escritor Juan Gabriel Vásquez, a través de una entrevista que le hacen sobre su última novela “Los nombres de Felizia”, nuevamente busco el título en mi país y solo puedo adquirirlo hasta el próximo año a través de internet, si bien la travesía es más sencilla y consigo el resultado deseado, es inevitable recordar nuevamente ese título que durante años he buscado…


Ese recuerdo me obliga a buscar más de los autores, la primera una mujer uruguaya, reconocida por sus novelas de ficción histórica, el segundo colombiano, con personajes igual situados en la historia que buscan retratar distintos puntos de desarrollo de Colombia, su más reciente obra vinculada a una de las grandes artistas, habla de una mujer que destacó aún en tiempos destinados a los hombres y donde supo ser innovadora como señal de rebeldía.


Ambos autores tienen un gran hilo conductor en común con nosotros hablando socialmente, América Latina, retratan historias del pasado quizás para recordarnos que no son tan distintas de nuestro presente, aún hay figuras políticas jugando a relaciones públicas para obtener beneficios personales y ni hablar de cuánto perdura el machismo de este lado del globo terráqueo.


Argentina, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y México, tenemos más en común que solo el idioma, basta con hacer un análisis de las tendencias internacionales, escuchar nuestros ecos al exterior de las fronteras, para comprender que lo que vivimos y lo que contamos no suena tan distante entre las naciones, vivimos un atraso que con suficiente esperanza pueda servir de impulso a las próximas décadas para nuestro desarrollo.


No es casualidad que estemos situados en gobiernos similares que algunos consideran populistas, llegamos a estos puntos por un hartazgo y un constante desequilibrio en las clases sociales, por vernos constantemente segregados entre sectores y no como una misma nación como quizás añoraba verlo Simón Bolívar.


Y es que al final una de las grandes barreras que enfrentamos es el desconocimiento de las distintas realidades, considerar que todo el mundo vive una historia similar a la nuestra es el punto de partida para una falta de empatía ante las vivencias de los demás. De igual forma vivimos entre ideologías opuestas sin visualizar diálogos que nos lleven a puntos medios, mismo que no han de confundirse con tibieza.


Acercándonos al cierre de año con tantas historias vividas, escritas y desconocidas, tengamos claros nuestros puntos en común: erradicar la violencia, mejor salud y educación, acabar con situaciones de pobreza, sin dejar de respetar nuestras raíces y cultura. El progreso no tendría que ser sinónimo de oposición a nuestros orígenes y comencemos a ver el mundo entero como nuestra casa, quizás así seamos más capaces de cuidar de otros, sin considerarlos ajenos a nuestros grupos y causas.


América Latina necesita de un despertar colectivo donde nos veamos más como una colectividad y no como grupos de intereses distintos, tenemos todo para prosperar, solo se trata de crear nuevos acuerdos.

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